El veterano al que la DIVRI inspiró a ser contador de historias a través del cine

Última actualización: viernes, febrero 10 de 2023
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A Raúl Estupiñán la prótesis en su pierna derecha no le impide literalmente correr de un sitio a otro, todos los días. Se mueve entre los ensayos y presentaciones de la obra teatral Victus, la grabación de cortometrajes y las capacitaciones que dicta sobre atención prehospitalaria.  

Todos sus proyectos se convirtieron en un reto de superación, luego de que en julio del 2014 una mina antipersonal le cambiara por completo sus planes y anhelos en el Ejército.   

“Orgullosamente fui soldado durante 15 años del glorioso Ejército Nacional. En ese tiempo me desempeñé como enfermero de combate, me especialicé en sanidad y además soy socorrista. Pero todo cambió el 12 de julio del 2014 en una situación de combate en Ituango, Antioquia, cuando de manera involuntaria pisé una mina antipersonal que me causó la amputación de mi pie derecho”, narró Raúl. 

A Raúl le amputaron su pierna a nivel transtibial, es decir a mitad entre la rodilla y el tobillo. Cuatro años después de superar la etapa quirúrgica, fisioterapéutica y protésica, llegó a la recién creada DCRI, hoy Dirección de Veteranos y Rehabilitación Inclusiva, DIVRI, donde tuvo una de sus mayores revelaciones.  

“Hacia el 2018 llegué a la DIVRI y nos reunimos con otros heridos en combate con el fin de idearnos algo que generara un mensaje de vencer las barreras físicas, y ahí nació el teatro en la DIVRI. Porque cuando se presenta una situación catastrófica, interrumpe el curso normal que traía la vida y se generan nuevas vibraciones, que a su vez crean nuevos impulsos y te obliga a tomar decisiones. Entonces, mi decisión fue incursionar en el arte. En el arte encontré una herramienta grandiosa para mi rehabilitación, específicamente en el teatro, porque significó una liberación”, describe Raúl. 

La DIVRI fue el trampolín para que Raúl descubriera ese talento para las artes escénicas, y lo llevó al teatro profesional. “Posteriormente encontré una madrina, la actriz Alejandra Borrero, quien a través de su escuela de teatro me enseñó a vincularme con otras personas y así contar historias colectivas. Así nació la obra de teatro Victus, en la que los protagonistas somos personas que vivimos el conflicto armado colombiano, y el reto fue actuar con personas que antes eran nuestros enemigos”. 

Sin duda ese fue uno de los más grandes retos para Raúl, pues fue encontrarse con ese pasado que le causó un gran dolor. “Ese fue un gran reto para mí porque me sobrevino el hecho revictimizante, con los rencores del pasado. Pero pudo más el querer liberar esa carga que tenía, y decidí intentarlo. Lo que fue un intento ya lleva casi nueve años, y se ha convertido en una de las experiencias más bonitas en mi vida”, manifestó. 

Otra de las grandes pasiones de Raúl Estupiñán, veterano del Ejército con discapacidad, es la fotografía.

Pero Raúl quería más, deseaba llevar a la práctica otra de sus grandes pasiones, el cine. “La obra de teatro Victus inició con registros de cámara, y yo siempre he sido amante del cine, por lo que a la primera oportunidad tuve un acercamiento con una cámara de video. Para mí es como pintar, entonces estudié cine, y realicé algunos productos audiovisuales que participaron en festivales de cine”. 

Y pronto volvió a encontrarse con uno de sus más grandes anhelos, tal como lo relata, la ayuda incondicional hacia los más desfavorecidos. “Después me di a la tarea de llevar el aprendizaje del cine a lugares y personas que no tienen la posibilidad de pasar por una escuela cinematográfica. Así nació la idea de hacer cine con la gente, camino que me llevó a la fundación Cine Social, lugar donde pude encontrar más técnica y más recursos”. 

Tal como dice el viejo adagio, el buen hijo vuelve a casa, Raúl quiso retribuirle a la DIVRI la pasión en el arte que descubrió en las instalaciones inclusivas. 

“Así llegué a la DIVRI como profesor del curso de cine para veteranos, en el marco del We Cam Festival en diciembre pasado. Llegamos con la idea de hacer cine desde el factor humano, más que de la técnica. Allí cada participante decidió de manera voluntaria contar la historia que quería, dentro un proceso de liberación y sanación”, señaló.  

Sin embargo, los retos de Raúl no terminan con los cursos cinematográficos, pues el oficio altruista que descubrió en el Ejército, lo llevó a un nivel superior. 

“También hago parte de la Fundación Enfermeros Militares, integrada en su mayoría por veteranos heridos en combate, y después de un diagnóstico que hicimos, decidimos crear unos programas académicos enfocados en volver más humana la asistencia prehospitalaria, y capacitar al personal de la salud, militar y policial.  

(…) Por ejemplo, tenemos la medicina táctica, que consiste en la atención de emergencia que se aplica en zonas de alto riesgo, donde no hay acceso a personal médico calificado, con aplicaciones en un catástrofe natural o accidente de tránsito. Este ha sido un modelo que se está replicando en otros países, y nos llaman a dictar capacitaciones”, resaltó.  

“En los Montes de María tuve la oportunidad de asistir partos, y a socorrer asistencialmente a integrantes del otro bando. El haber sido soldado no me hace insensible. Nosotros los veteranos tenemos mucho por entregar, por ofrecer, y por eso debemos dignificar la humanidad del veterano”.  

Documentos anexos

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